Nayra Martín
Entrevistamos a Nayra Martín para conocer en profundidad su obra y su trayectoria profesional.
Esta joven artista lleva viviendo y trabajando entre Canarias y Bélgica once años. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de la Laguna, fue alumna becada en la escuela Real de Bellas Artes de Amberes. También estudió pedagogía del arte en Madrid.
¿Por qué decidiste trasladarte a Bélgica? ¿Cómo fueron esos inicios?
El plan era ir a Utrecht, en Holanda, pero aterricé en Gante por casualidad. Y aquí sigo. Aunque no ha sido un camino de rosas he encontrado un suelo fértil en el que desarrollar mi trabajo. Mi primera exposición individual fue a los pocos meses de llegar, en un conocido tugurio entre bar y galería en el que mostré una serie de cuadros titulada Primeras Impresiones. Cuando a las dos semanas había vendido el 90% de las obras y me habían entrevistado en diferentes periódicos/revistas y en la radio, decidí que volver a Tenerife no era una opción. Quizás nunca lo fue. Luego tocó aprender el idioma y luchar día a día para salir adelante.
Eres licenciada en Bellas Artes pero también en Pedagogía. ¿Cómo influye esa formación en tu obra?
Como comenté al principio, lo que influencia la concepción de mi obra no es tanto mi formación formal sino la experiencia de estar de pie en el mundo y querer cambiarlo para mejor. Defiendo el arte como una herramienta de cambio, no como una mera expresión estética. Sin embargo sí que ha influenciado en cómo produzco mi obra. En Bellas Artes aprendí no solamente las técnicas fundamentales, sino a soldar, a trabajar la encáustica, a alicatar, a hacer estructuras para obras de gran tamaño, a poner remaches en metal, etc. Es decir, me muevo con comodidad y curiosidad entre diferentes técnicas y formatos, disfruto usando los materiales más dispares y encuentro inspiración en los lugares más insospechados.
Reflejo de ello, ¿es la serie Las Raíces de La Esperanza 1936-2016? Por cierto, una serie que causó revuelo y un poco de polémica en España.
Las Raíces de La Esperanza es una serie que reflexiona tanto sobre nuestro pasado reciente en España -y por lo tanto Europa- como sobre nuestra sociedad actual. La compone un grupo de cinco obeliscos inspirados en el monumento a Franco que estuvo de pie en el monte de Las Raíces (La Esperanza-TF) desde 1956 hasta noviembre 2016. El estado de abandono en el que estuvo durante varios años, en ruinas pero de pie, lleno de pintadas a favor y en su contra, era tremendamente evocativo. Esto no significa para nada que tenga empatía o simpatía por ninguna dictadura, cualquiera que sea su color. Pero tampoco creo que borrar la historia sin consulta sea un método constructivo para reconciliarnos con nuestro pasado. La polémica con mi proyecto surgió porque al inspirarme en dicho monolito se afirmó que yo estaba haciendo “apología del terrorismo”. Es más, desde la Asociación de Amigos de la Memoria Histórica amenazaron al Círculo de Bellas Artes al afirmar que tendrían que atenerse a las consecuencias si mostraban mi trabajo en sus salas. Afirmación hecha desde la insensatez y sin conocimiento ni de mi obra ni de mi proyecto. Por eso los mostré en la sala MAC, con buenas críticas y habiendo cumplido mi objetivo de crear a través del arte un debate abierto sobre las estructuras de poder de nuestro pasado y del ahora.
¿Consideras que tus obras son una crítica constructiva de la sociedad actual?
Sí, pero pienso que la sociedad contemporánea está demasiado obsesionada con el momento presente. Cada cien años ocurre un gran conflicto, ya sea religioso o político o ideológico, pero parece que no aprendemos nunca. La mayor debilidad de la humanidad es que repetimos nuestros errores. Por eso decidí evocar la memoria de la Guerra Civil Española en mi obra, porque sus fantasmas aún nos atormentan, afectando a nuestra perspectiva. El presente tal y como está (Trump, migraciones masivas, persecución) nos viene a demostrar cuánto tenemos que aprender.
Vives a caballo entre España y Bélgica, ¿con qué te quedarías de este intercambio?
De Bélgica me quedaría tanto con el interés y participación del público general en la cultura como con la internacionalidad en el mudo del arte. Al fin y al cabo somos el corazón de Europa y estamos a un tiro de piedra de UK. También con la cercanía de otras culturas y la posibilidad de hablar varios idiomas. Y con sus cervezas! De España me quedo sin duda con el fuego que ponemos en lo que hacemos y con el sentimiento de comunidad que brilla por su ausencia en la sociedad belga. Y también con su organizada desorganización.
¿Cómo ha influido establecerte en Bélgica en tu carrera profesional? ¿Qué dificultades y facilidades encontraste? ¿Se cumplieron tus expectativas artísticas?
El venir de Tenerife es muy exótico y a la vez cercano para los belgas. Muchos tienen apartamentos en las islas y es una buena conversación para romper el hielo. Sin embargo el venir de fuera no te abre en el mundo del arte ninguna puerta per sè, una tiene que trabajar tan duro como los artistas de aquí, sino más. Lo que me parece normal y positivo. Mis expectativas artísticas no conocen límites y mis planes de futuro se expanden más allá de las fronteras Belgas. Lo que sí te puedo decir es que mi ciclo aquí aún no ha terminado. Ser artista profesional es un esfuerzo incesante, una montaña rusa. Unas veces se gana y otras veces se pierde. El truco reside en mantener la cabeza fría en ambas situaciones pero siendo de donde soy, no es fácil!
Háblanos de tu último trabajo UNSTABLE
Una de las principales ideas detrás de mi obra es cuestionar las estructuras de poder verticales que nuestra sociedad capitalista se ocupa de reforzar. Porque creo que apestan. UNSTABLE continúa esta línea pero esta vez con el performance como medio de expresión. Me subo en una silla subida en una mesa e interactúo con diferentes objetos: pan, cadenas de oro, un picador de carne... Es una crítica a las ansias de riqueza y poder, a la avaricia. Si lo quieren ver en vivo este noviembre lo representaré en el Instituto Cervantes de Bruselas.
¿En qué trabajo estás inmersa actualmente?
El museo BOZAR me ha pedido que cree una obra en colaboración con un grupo de estudiantes de Bélgica que cuestione la sociedad en la que vivimos para su exposición Next Generation, Please! La meta es reflexionar juntos sobre política y valores europeos. Con el arte como herramienta exploraremos cómo transformar nuestra comunidad en otra más justa, unida y armoniosa. Realizaremos un nuevo monumento que estará en exposición en BOZAR en mayo 2018.