Noemi Iglesias
Noemi Iglesias es una artista plástica que trabaja con medios escultóricos y con formatos performativos de larga duración.
Vive en Bélgica, trabajando como investigadora en la Universidad de Hasselt, donde realiza el doctorado tutelada por la Universidad de Lisboa.
¿Cuál es su relación con España y Bélgica?
Llegué a Bélgica hace dos años, invitada a participar en la exposición Swipe right! Data dating, Desire (en el IMAL). Me gustó que el tipo de trabajo que yo hacía, analítico y conceptual, se apreciaba aquí y eso fue lo que hizo que siguiese viniendo. Con España sigo teniendo relación porque es inevitable, mi familia y amigos están allí, mi relación es muy cercana, a pesar de haber vivido en varios países.
¿Un lugar especial en Bélgica?
La casa de Lucía.
¿Y en España?
La playa de la Atalaya, en Asturias.
¿Una canción?
Tulum, de Peso Pluma. Me pone de buen humor porque me recuerda al verano, aunque no es mi canción favorita.
¿Una obra de arte?
Creo que más que una en concreto porque por una no me decidiría, son varias. Me gustan las británicas Tracey Emin, Sarah Lucas, las estadounidenses Jenny Holzer o las Guerrilla Girls... La francesa Sophie Calle me encanta, es de mis favoritas, quizá la obra de Los durmientes es de las que me más gusta.
¿Un espectáculo?
El musical de Mamma Mia, lo fui a ver hace poco en Madrid con mi madre. Nos encantó, salimos de allí locas de contentas.
¿Un libro?
El último que leí fue Si los gatos desaparecieran del mundo, me gustó mucho. Es fácil de leer y está entretenido. Aunque mi libro favorito siempre fue Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes.
¿Un hito científico?
Creo que estoy un poco desconectada de los hitos científicos. ¿Internet? Internet.
Sin esa tecnología no podría vivir…
Echo mucho de menos la picadora, odio cortar verduras. Trabajo mucho con las manos, entonces cuando llego a casa a cocinar lo que menos me apetece es cortar una cebolla, una zanahoria, un pimiento, entonces creo que la picadora es uno de los inventos, para mí, que más echo de menos ahora mismo. No es que no pudiera vivir sin ella porque evidentemente estoy viviendo sin ella, pero creo que no hay ninguna tecnología con la que no pueda vivir, a no ser que fuese un tema de salud.
Cuando me despierto, mi primer pensamiento es…
Quedarme un poco más, ‘‘Diez minutos más’’, ‘‘Venga, hasta en punto’’. Entonces siempre pongo el despertador a menos diez.